jueves, 12 de mayo de 2016

los antieroes quinto bloque

los antieroes
Los antihéroes.
En la prosa literaria del siglo XVI, cabe distinguir dos grandes corrientes: la narrativa idealista y la narrativa realista. Esta última tiene su mejor exponente en la no­vela picaresca. La narrativa idealista tiene como géneros representativos a la novela pastoril, la morisca y la bizan­tina. Junto a estos géneros destaca una obra singular: el Lazarillo de Tormes, germen de la novela picaresca.
Los géneros novelescos en auge durante el siglo XVI corrie­ron distinta suerte: mientras que la novela bizantina fue muy apreciada, la novela de caballerías y la pastoril des­aparecieron. La novela picaresca, por su par te, se afianzó.
Mención aparte merece la novela corta, muy apreciada a lo largo de todo el siglo y cultivada por autores como Miguel de Cervantes (Novelas ejemplares) y María de Zayas (Desengaños amorosos). La obra maestra de la narrativa de esta época es el Quijote, de Cervantes.
La literatura picaresca basó su originalidad en la crea­ción de un personaje con tintes atrevidos y nuevos, el antihéroe, una especie de héroe venido desde la cultura popular y que se contraponía a la hipocresía y vida fácil de los caballeros y nobles de la época.
Luego, el antihéroe cambió hasta convertirse en un per­sonaje del realismo grotesco mucho más crítico y que deformaba la realidad. Sin embargo, es en la picaresca donde el antihéroe cobró notoriedad, y en la que, con el recurso del humor y la ironía, era capaz de salvarse de las peripecias que le acontecían en la ficción al criticar a la sociedad rígida y a la vez caótica en que vivían sus autores.